jueves, 29 de julio de 2010

Vida



Hete aquí que el conquistador, nominado por la diosa pagana del universo onírico, como "El Príncipe de los Misterios", se acercó a la ventana de su castillo de arena y vio la diversidad de colores estelares sobre el espejo del Señor Padre Huracán. Luego dejó caer su mirada melancólica y chocó contra la rebeldía de un mar oscuro que no dejaba de correr. Entonces las cosas tomaron velocidad y una por una se iban sucediendo en forma alternada. Primero la muerte.... si, la muerte disfrazada de grandes lobos marinos, extendidas sus panzas debido al agua podrida de los tiempos presentes. Luego, los niños panza arriba con sus ojos cerrados y sus bocas cocidas. El espanto fue apoderándose de nuestro príncipe, hasta que un niño entre todos los niños se levantó de las aguas turbias y caminó hacia las rocas. A partir de ese instante el príncipe supo que su descendiente venia en camino. En ese mismo momento la paz vestida de luna inundó el castillo y el mar finalmente se durmió.

jueves, 8 de julio de 2010

Algunos escritos publicados...

Enlace: http://www.quadernsdigitals.net/index.php?accionMenu=secciones.VisualizaArticuloSeccionIU.visualiza&proyecto_id=2&articuloSeccion_id=9503
Lunes 20 de julio de 2009
Publicación en la revista virtual "Archivos de narratura".

Cuento: "La carta"

Enlace: http://archivosdelsurnarrativa.blogspot.com/2009_07_01_archive.html
Yo no recuerdo los miedos, los míos
quizá recuerdo la ausencia, que solo es palabra
el sentimiento desapegado con la matriz.
Puede que recuerde el llanto de una madre, de la madre, de la mía.
Perderme en el arenero de la plaza
encontrar objetos perdidos y regalarlos.
Mi plaza
la plaza de mi infancia
mi infancia perdida.

El canal...
lo acuoso
la asfixia vivenciada

alguien tirando de un brazo a punto de romperse.
la gente habla de dinero, de tener, de obtener, de ir, de estar... y yo hablo de ser, de ser más allá de ser, hablo de ser cuando lloré por vez primera en manos ajenas.
sabes...
en este momento tengo un deseo
me gustaría entrar contigo a una casita en miniatura
esas casitas que uno suele construir cuando pequeño
de esas que se arman con objetos obsoletos
con cuestiones de la naturaleza que se dejan para la piel de los niños
sentarme contigo en una mesa precariamente armada
que el sol bañe nuestras narices mientras tomamos chocolatada caliente
y solo nos miramos
y yo miro tus ropas y río
y vos miras las mías y rompes en caracajada
y nos sabemos solos en nuestro reino
donde la adultez no tiene sitio