jueves, 29 de julio de 2010

Vida



Hete aquí que el conquistador, nominado por la diosa pagana del universo onírico, como "El Príncipe de los Misterios", se acercó a la ventana de su castillo de arena y vio la diversidad de colores estelares sobre el espejo del Señor Padre Huracán. Luego dejó caer su mirada melancólica y chocó contra la rebeldía de un mar oscuro que no dejaba de correr. Entonces las cosas tomaron velocidad y una por una se iban sucediendo en forma alternada. Primero la muerte.... si, la muerte disfrazada de grandes lobos marinos, extendidas sus panzas debido al agua podrida de los tiempos presentes. Luego, los niños panza arriba con sus ojos cerrados y sus bocas cocidas. El espanto fue apoderándose de nuestro príncipe, hasta que un niño entre todos los niños se levantó de las aguas turbias y caminó hacia las rocas. A partir de ese instante el príncipe supo que su descendiente venia en camino. En ese mismo momento la paz vestida de luna inundó el castillo y el mar finalmente se durmió.

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