martes, 23 de septiembre de 2008

Corazones podridos

Machacando la fruta
expulsó cada glóbulo
dejándolo pudrir
al calor del sol.
Una vez seco
lo mezcló con aserrín
le dio únicamente forma
al corazón de madera
que no late ni desespera
tan solo genera ilusión
marchitando presentes
con aroma a frustración.
Esperando serrucho
que lo parta al medio
liberando gusanos
de engranaje añejo.

Haikus III


"Cabeza de serpiente,
humedad lluviosa
escupe veneno"
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"Contratiempo instaurado
reza plegarias
oscuridades compartidas"
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"Piel de terciopelo,
reluciente primavera
sella mis manos"

****
"Perros rasgando
profundidades nucleares,
falicamente erupcionando"
****
"Diluviando tus cabellos
bañando mi rostro,
imagenes fortuitas"
****
"Cuerpos ensamblados
unidos por el brillo,
babean hambrientos"

lunes, 15 de septiembre de 2008

De la carcel libertad al barrio

Cuando los frenos acudieron con ese sonido inconfundible, me bajé del colectivo con un sentimiento de calambre que llegaba hasta el alma, el viento bofeteaba mi cara, provocando que una lágrima de frío recorriera el borde de mis ojos para dejarse caer al vacío, sin retorno. Apuré al chofer propinandole unas pocas monedas que aún me quedaban en el bolsillo del pantalón; tomé mi bolso y crucé la gran Avenida desolada o mejor dicho, superpoblada de mis recuerdos. Todavía se encontraba el bar de Paquito, tan congelado en el tiempo. Era propicio cortar la helada con un buen trago. Un perro casi levantó la mirada al verme llegar, y la cola se movía producto del frío y no tanto por la bienvenida. Al ingresar, mis fosas nasales se vieron invadidas por ese olor a noche, a humo estancado, a baulera con humedad. Las mesas con base de mármol rajado, se disponían en fila contra las ventanas, tan llenas de alcohol desparramado, de besos desolados, de putas de antaño. Cuando Paco me vio, movió su cigarro y lo presión contra la comisura de sus labios. Algunos parroquianos, sentados en la barra, soñaban con una vida mejor, mientras la luz amarillenta propiciaba de aureola en sus cabezas sucias. Me acerqué y dije: Lo de siempre Paquito. La ginebra era fuego regresando al volcán. El billar que resonaba de fondo, mientras la radio que había sido adquirida con un préstamo del Banco Nacional, vomitaba la voz de un tango que decía algo así como "Siempre se vuelve al primer amor". Ajeno todavía a los brazos de la mujer que supo esperar con paciencia y querencia el tiempo de mi venenosa condena.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Cielo abierto

Las calles colmadas, campo de batalla. Los conductores de paraguas se empecinan en ganar terreno y dominio. Yo mientras serpenteo entre baldosas rotas, sucias e invadidas por los charcos. Ritmicamente voy moviendo mi cuerpo, evitando ser herido, mientras una lluvia ácida castiga flagelando mi piel fría. El recorrido se hace eterno y mientras pienso, cómo nadie se encargó de poner un cierre a ese cielo carmesí. La contradicción se hace inevitable, cuanto más velocidad y esmero procuro poner, los obstáculos más me frenan. Tan solo son dos cuadras, transformadas en dos años de tiempo. Mierda!! un charco ensucia mis zapatos lustrados por la mañana, y veo como la tinta mancha esa baldosa, mezclandose con el rojo de la lluvia, y se forma un contraste bellisimo. Parezco herido pero no es cierto, y las gotas colándose por mi cuerpo, empapándolo, manchándolo, provocando escalofrío y desesperación. Siento próxima la gripe y mi obsesión se acentúa. Comienzo a correr desesperadamente, perdiendo la visión a causa de mis gafas empañadas. Cruzo la Avenida, y un sentimiento de alivio nace en mi. Veo esa inmensa boca consumidora de carne caliente. Parece todo un espejismo. Me lanzo en un salto casi heroico elevándome por encima del resto, y veo las escaleras que conducen a la realidad paralela. Punto. Alguien regresa a casa herido de rutina.

Confesiones de un asesino



Se que aún aguardan por mi autocondena.
Afirman que soy el único culpable de semejante crimen. Y yo los veo tan culpables como yo.
No voy a contarles sobre el goce que me produjo cada vez que lo hacía.
Tampoco voy a dar detalles de las distintas formas que lo hice.
Creanme que por mi bien y sobre todo por su propio bien, fue de suma importancia cometerlo.
Lógicamente, todavía quedan las huellas visibles. No seamos tan puritanos y espero que Ustedes también tengan el mismo valor para confesar.
Si piden por mi cabeza, yo me entrego, pero no todavía.
No hablemos de buenas intenciones inocentes, ni de ingenuidades absolutas, lo hice en un estado de conciencia óptima.
Todavía resuena en mis oídos los gritos desesperados, alaridos que no me permiten conciliar el sueño y así transito cada noche por esa fina línea sostenida por la culpa.
Si señores, ahora estoy en condiciones de admitir que yo, solamente yo, soy culpable de asesinar a mi propio instinto asesino, carroñero, masoquista, delirante.
Mientras cumplo con mi condena, aguardo por Ustedes.

Dicionis Ferus



Cuando su pecho se partió, un corazón en rodajas fue servido, absolutamente seco de sentimiento y relleno de ambición salvaje. Directamente se ofreció al mismo pueblo que tiempo atrás se jactó de condenarlo; y así los cuervos devoraron con la silenciosa idea que sostenía al de deseo de poseer toda su energía.
Ese fue el nacimiento de la otra cultura; aquella que se sostuvo hasta nuestros días, bajo un manto oculto de orgías desconsideradas y canibalismo puro, dando por resultado mucho polvo de huesos con surcos formados por tristeza.

martes, 9 de septiembre de 2008

Haikus II




"Una yegua en su corral
, perros babeando
nubes de invierno rojizo"


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"Que refleja el charco?
sombras paganas
escarchadas solemnemente"


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"Humeante y pasajero
descarrilando mocedades
evolutivamente regresivo"


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"Las cerezas negras
jugosas y erotizadas
contienen secretos"


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"Piedas frias
bañadas en miel,
verano deshonesto"


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"Inhóspita trastienda
instinto empapado,
revolucionando el frío"

viernes, 5 de septiembre de 2008

Haikus

"Nubes bajo tierra
corren como río
mojando mis pies"
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"Latente palpitar
pasión de locura
congela mi razon"

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"Inmensa luna
invita al juego
quemándonos con sal"

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"Paisaje gris,
inminente contraste
oliva pinta mis ojos"

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"Ojos de lluvia
bañan tu piel
eres porcelana"

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"Carton de piel
te enciendes
me refugio en tu calor"
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"Tímidamente el sol
sonrojóse al ocaso
sopla tu corazon"

jueves, 4 de septiembre de 2008

Recuerdo el barrio

Calles de adoquín
zanjas prominentes
desolación insoportable
el kiosco de mi padre
los dulces robados
la pelota de trapo
las hijas del panadero
los animales disecados del tornero
el tata dios en la medianera
la tabla del cuatro
el juego de las escondidas en casa
la escuela a pocas cuadras
las siestas obligadas
el alfajor imposible
la revista anteojito tan esperada
mi primer muñeco articulado
la pantera rosa de mi hermano
la defensa por mi hermano
la hija del verdulero
el loco suelto
la casa del terror
mi abuelita perdida en su mundo
el coche viejo de papá
el reto de mi madre
las sesiones de baile en casa
el beso robado

martes, 2 de septiembre de 2008

Uno


Puedo considerar que mi casa era lo suficientemente cómoda para nosotros tres. Que las paredes eran altas y blancas, con algunas grietas poco perceptibles. Coincidimos de entrada. Lo mejor era un espacio libre, con pocos muebles, un pequeño sofá en el living, una biblioteca inmensa, una silla mecedora, un gran espejo en una de las paredes laterales, una cama en cada una de las tres habitaciones con su respectiva repisa, y punto. Poco contacto con las noticias del mundo exterior, nada de T.V., nada de radio. Ventanas que eran un puente de salida.
Lo difícil es la convivencia, siempre lo dije, y mucho más tratándose de convivir con un adolescente y un hombre mayor, pues los ritmos de cada uno no eran los mismos que los míos. Por ejemplo, el hombre mayor, gustaba de sentarse en el sofá, tomar un libro y leerlo hasta el final del día. En cambio, el adolescente, iba y venía constantemente; sentía manifiestamente que el encierro le sofocaba pero al mismo tiempo buscaba refugio. Y yo... que continuaba con mi vida diaria, de trabajo y estudio. Poco contacto tenía con ellos.
De todos modos, puedo decir que en el ambiente reina la armonía. Al menos reinó hasta un determinado momento. Resultó ser que una noche de esas calurosas de verano, el adolescente, trajo una mujer de su agrado y decidió instalarla en su habitación por tiempo indeterminado. Claro está que si antes resultó dificultosa la convivencia entre tres hombres, ahora la cosa se complejizaría mucho más siendo cuatro.
Todo fue pasión en la pareja y el viejo no dejaba de apreciar la escena con un dejo de recelo. Podía notarse la incomodidad que sentía, pero al mismo tiempo la fuerte atracción que ella le provocaba.
No voy a mentir, y confieso que yo también me vi afectado. Era difícil para mi levantarme por las mañanas y escuchar su viva voz cantando debajo de la ducha. Imaginar ese cuerpo desnudo abrazado por la tibieza del agua. De hecho, ya era una costumbre para mi, recostar mi oreja en la puerta y deleitarme con esa melodía. Por supuesto, era previo y necesario asegurarse que solo yo podía apreciar esa voz. Y lo mejor era espiar por la ranura de la cerradura. Yo también comencé a sentir envidia y celos. Y parecía que entre ese viejo y yo, había una suerte de plan donde el final resultaba beneficioso para todos. Porque era inminente buscar una solución.
Por aquellos tiempos los dos intentamos seducirla por todos los medios, sin importarnos las consecuencias. Intentos que sólo encontraron como resultado sentimientos de frustración.
Una mañana de abril, hallóse la mujer solitaria en la habitación. El empuje desde mis entrañas que sólo invadía mi mente era "si yo no puedo tenerla, entonces que no la tenga nadie".
Sigilosamente me moví hasta la cocina, abrí el primer cajón de la alacena y tomé el cuchillo más grande. Lentamente recorrí el pasillo hasta llegar a la puerta, tomé el picaporte y suavemente la abrí. Lo que siguió es difícil de relatar. Jamás sentí tanta repugnancia al ver una escena de esas características. Las paredes ya no eran blancas y el olor agridulce que se respiraba era insoportable. Estaba todo dicho. Estaba todo hecho. El viejo estaba condenado y ella se había marchado para siempre.
Hoy cumplo mi condena y pienso en el pasado... solo pienso.