viernes, 28 de mayo de 2010

Hay que dejar salir a los muertos

Y canto por ellos, porque enmudecen de capricho
salvo el sol que puja por parir nuevos cielos
aunque prefiero la reina madre vestida de pájaro desplumado.
Acontece la lluvia de mi delirio
y los candados son herméticos
y el mundo herméticamente tan cerrado.
No hay lugar más próximo que el nicho
¿Acaso no es mi risa lo que se pierde en la montaña?
El ardid de mis deseos por volver a la cornucopia universal
y sangro las semillas secas que causó la ciencia
el paradigma de la nueva era que la religión no supo dar.
Hay que dejar salir a los muertos
que se ocultan entre las rocas
y mi sombra vive tanto como mi muerte
pues no soy más que una roca.

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