Como todos los sábados de cada mes, nos encontramos a la misma hora en la esquina de "La Continental". El mozo apodado por el grupo como "El Conde", demás está explicar por que motivo, nos tenía reservada nuestra mesa habitual. Por ese entonces, todavía existía la posibilidad de respirar en los bares esa mezcla de perfume francés, calor de horno y humo de cigarrillo. Apenas me senté, aproveché el momento para encenderme un rubio. El "Toti" traía novedades del Partido Justicialista, y como el padre era Secretario Privado de un ministro perteneciente al equipo del "innombrable", siempre estaba al tanto de la situación. Claro, se armaba el gran debate, porque en la mesa había una mezcla de ideas y posiciones que provocaban el ojo de la tormenta. "El lepra" siempre arremetía con algún martillazo, rosarino y partidario del comunismo, se enfermaba con cada venta realizada por el gobierno, por cada porción de cada uno de nosotros que día a día se iba a manos extranjeras. Por mi parte, no estaba ni de un lado, ni del otro. No estaba muy definido o por lo menos las ideas no las tenia muy claras, seamos sinceros, la política me importaba una mierda. Lo mío, eran los romances fortuitos, los relatos que tuvieran que ver con minas que pasaran por mi vida. Pero de vez en cuando, algun que otro bocado, solía tirar. Estaba Santana, tipo intelectual al mango, obviamente sentía una afinidad especial por "El Lepra", juntos hacían el dúo dinámico. Y por supuesto, el mago, el tipo que siempre estaba para el cachetazo, pero que sin él, el grupo sentía que faltaba algo. El gran "Poca vida". Defensor de las ideas de Hipólito Yrigoyen y "grandes" figuras del Partido Radical. Hincha ferviente de River Plate. En los picaditos siempre asumía el rol de tapar agujeros, solito caía con su equipo de golero y se mandaba debajo de los tres palos. Pero esa historia quedará para otro día... La cosa es que esa noche se debatía respecto a la posición que estaba asumiendo el presidente de la nación con la economía del país. En un momento de la conversación, "El Lepra" subió de tono la voz, con la sangre hirviendo de indignación, y mientras "Toti" defendía a raja tabla su posición, nuestro majestuoso "Poca Vida" saltó con una frase célebre pero sin sentido, absurda, ilógica, imprudente e innecesaria, arremetió diciendo: "Prefiero forjar antes de ser un dictador...". Todos nos miramos a la cara y luego nuestros ojos se depositaron en nuestro amigo, que ya estaba preparado para el golpe final. Rompimos en risotadas mezcladas con cierto monto de agresión. No podíamos entender como esa frase, que por cierto se volvió célebre entre nosotros, había desbloqueado un momento de tensión como ese. Finalmente logramos encontrarle sentido en el absurdo. El querido "Poca" nos tenía acostumbrados a ese tipo de reacciones, porque justamente el loco las sacaba de la galera de la locura, haciendo un movimiento mágico con su varita para limar asperezas.