Infinita tristeza encuentro en el valle de la desazón, cuando proclamo por tu mirada y no encuentro ninguna luz para mi. Me siento ser como polilla que bordea y se eleva buscando la energía exterior. Me apego como fuego al sol y absorbo cada haz, cada rayo insignificante que me sostenga. Defino mi reinado por las noche pero al mismo tiempo soy una presa fácil. Inmerso en lo oscuro me alimento, saboreo, y rumeo cada pensamiento construido a base de tela para mi estómago. Aleteando incansablemente mientras mis ojos de vidrio relojean tus pasos, direcciono mi atención, conquistando la motivación que me expulsa hacia la desnudez de tus palabras. Deseando desmenuzar tu piel en mi boca, con cada caricia que imparte mi lengua. Definitivamente soy una polilla que bordea y se detiene, en lo más próximo del tiempo fugaz, que elige no elegir porque siempre prefiere algo más.