jueves, 23 de octubre de 2008

Heroin


Allí va el viajante que derrama vida en la gran autopista, conduciendo a grandes velocidades sin freno. Las luces encandilan el destino que peina sus cabellos. Eligiendo pocos caminos que lo lleven cada vez mas lejos. Ajustando su cinturón, frente a un viaje largo, liviano y placentero, consumiendo reservas. Perdido en su anestesia mental aprieta a fondo el pedal, sintiendo el orgasmo vital. Con un puente próximo en la distancia, sin ríos que atravesar, tentado por el salto mortal. Agita su cabeza hacia ambos lados, excitado con la idea de cruzar. Volando por los aires con tamaño mono. Tan solo con su saco de huesos que lo acompaña, sintiendo el escape rugir en su interior mientras la llama lo enciende. El yonkie se siente pura sangre, galopando en el lodo del abismo. Mientras la noche se hace larga, se pierde en la neblina llena de frío y soledad.

martes, 21 de octubre de 2008

El impacto

Acertar con el golpe exacto justo debajo de las tres primeras costillas, sintiendo el impacto en un doble sentido, por un lado la fuerza violenta e intensiva que produce quien lo arremete, y por el otro, el quiebre y derrumbamiento que culmina con una vibracion insostenible por quien lo recibe. Metaforicamente hablando, eso mas o menos es lo que puede producir la palabra justa que descarrile, que quite por un momento casi extenso en apariencia, de la estabilidad reinante, besando la lona y escupiendo una cantidad importante de sangre que hizo acto de presencia quemando desde las entrañas, para verse tumbado y mareado. Cuando la señal llega al núcleo, le sigue un efecto dominó que arrasa con todos los esquemas posibles, sumiéndo al afectado en las aguas más profundas de la angustia, viéndose reflejado en un espejismo mientras el ahogo es tal que la asfixia termina petrificando absolutamente. Con el tiempo la roca de sal se solidifica transformando al individuo en una estatua viviente, que solo se limita a regalar lágrimas en exceso, bajandose así el telón oscuro en la conciencia. Cuando todos aplauden y piden que lo fulmine, que es hora de ganar, de obtener el triunfo final, y la campana no para de sonar pidiendo a gritos que culmine con la masacre, nadie puede darse cuenta que en realidad ni siquiera hace falta ese golpe final, pues la pelea concluyó hace tres rounds atrás. Mientras te ves caer en una red de miradas externas que solo contribuyen con hacerse humo a último momento dando lugar al desplome. Tiempo fuera.

lunes, 20 de octubre de 2008

Sobredosis de delirio



Pobre manada de humanos frágiles e imperfectos que viajan por una misma dirección, atravesando la senda de los tiempos modernos en busca de una zanahoria suministrada por el sistema. Contrariamente, miles y miles de mariposas blancas aletean en la copa de los árboles, sacando lustre a una supuesta felicidad que imagino. Tan efímeramente comparable y semejante a nuestra especie. Y lo insoportablemente denso que es recrear la imagen del león devorado y destrozado en mil pedazos por ese maldito cocodrilo, mientras el cuadro de esa mujer fantasmagórica que no para de zumbar en mi oído, como quejandose por estar eternamente sentada en la misma posición. Seguramente el orzuelo punzante me va arruinando la capacidad de imagen, llegando hasta lo más profundo de mis ideas, como un anzuelo oxidado que tira hacia fuera desgarrando la carne. Y la incoherencia de este estado me conduce a sentir exactamente lo mismo que hicieron esos terroristas con mi espalda, colocando un maldito misil dirigido directamente al espacio, mientras me pegaba un viaje eterno sin caída alguna. Penetrando por mis venas ese óleo espeso y multicolor que me dispara en la conciencia un mundo pictórico, el cual incansablemente busco teñir de blanco y negro para no quedar ciego con tanta maldita belleza absurda, tan pura, tan asquerosamente pura. Mientras me arrodillo en ese roñoso baño, sosteniendome firme y duro, veo el conducto y la salida que me lleva al maldito infierno, sintiendo cómo mi cuerpo se va tan fríamente al vacío con una fiebre colmada que provoca escalofríos y una absoluta soledad, tan miserable, tan insignificante como una hormiga en la cornisa.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Esclavo a su servicio



Aquella tarde soleada de verano, el calor castigaba de modo tal que el oxigeno perecía ser escaso, al menos para mi. Perecía derretirse el techo del carruaje como una lluvia de fuego, involucrándose con la pasión que mi cuerpo sentía al ver sentada a mi lado a la Condesa Francesca de Touraine, tan perdida en el paisaje. Sin duda alguna, mi boca reseca hubiera calmado la sed que sentía, tan solo pegarse a esos labios de fresa. Era un acto de absoluta prudencia mantener mi deseo de observarla lo más profundamente hundido en la oscuridad de mi inconsciencia... pero que difícil era, con tan solo sentir el aire caliente que desparramaba con el movimiento de su abanico. Eran caricias incondicionadas, suspiros de un amor transeúnte y perdido en el olvido. Desde luego que jamás accedería a tan dulces tentaciones, pues mi condición social me lo privaba. Solo me correspondia el precioso regalo de soñar despierto, sumergiendome en la fantasía tan mía, tan circunscriptamente mía. Con el rabillo del ojo, me llenaba con la blancura de sus pechos, tan marcadamente sujetos a ese escote empecinado en mantenerlas dentro del corral. Fantaseaba con la idea de ser tan Rómulo, tan Remo, colgado eternamente de tanta pureza ajena. Era un pobre hombre en llamas, hecho cenizas que ni siquiera el viento se apiadaba de desparramar por el espacio. Estaba muerto en vida, sintiendo año tras año la horrible represión de mis deseos mas colmados. Mordía mi labio buscando una absurda semejanza con esa carne tan sensiblemente fresca. Cuando esa gota de sudor fue viajando como miel por ese cuello tan esculturalmente formado, me sentí desfallecer con el simple hecho de pensar que yo podría ser en ese mismo momento, tan solo pan tostado para su mordida tenaz. El movimiento del viaje era la danza mas brutal que sacudía mi cuerpo, y con el, mis fantasías. Debía comportarme, encasillarme en mi lugar, en la esclavitud mas declarada, y sin embargo me resultaba imposible acallar los gritos de mis pulsiones. Era pertinente reclamar en silencio la eternidad de ese viaje, porque jamás volvería a estar tan cerca de mi Condesa. Tan sumisamente obedecía a sus pedidos, que era menos que un perro abandonado en la nieve dulce de invierno. Dormía tan lejos de su alcoba, en las catapultas de su castillo, y sin embargo mi olfato era tan agudo que por las noches de verano sufría sobredosis con el aroma de su piel desnuda en su cama. Increíblemente su mano sin quererlo, rozó mi piel sudada, y con solo ver que se limpiaba con su fino pañuelo de seda hindú, no podía pretender ser más que un simple borde de tela que absorviera la fragilidad de su semblante aterciopelado. Ese rasgo, ese gesto de asco que su cara me regalaba, parecía un regalo del cielo. Al menos ser producto de su desprecio, me daba un lugar seguro en su vida, un lugar irreemplazable, porque ni el río más putrefacto podía despertar en ella tanto rechazo como yo si podía hacerlo. Cuanto poder absurdo sentía en ese momento. Tan único, tan de ella. Imperioso de mi parte era controlar lo que sentía... pero como hacer que un alud sea frenado con la yema de un dedo? imposible imaginarlo, y tan asquerosamente satisfecho me sentía, que tan solo debía excusarme en la fuerte desolación que ese infierno me provocaba. Así llegamos a destino, ella tan lejos y tan dentro mio, y yo tan eficazmente a su servicio.

Dijo el lobo...

Tu carne ofrecida
tan salvaje y cruda
sufre clemencias
con negaciones activas
cuando tu llanto colmado
es goce profundo
sos la sumisa eterna
en tu destino absoluto

jueves, 2 de octubre de 2008

Universo vivo

El numero infinito está allí. Cada formula da por resultado cada uno de los movimientos implicados en el universo. Mientras vivo sin detenimiento, el número infinito está allí y está en mi cuerpo. Más allá del tiempo, lo realmente caótico es equilibrio que se rompe y vuelve a cero. Busco la ecuación que me lleve al secreto, incansablemente me quemo. No hay linialidad en los acontecimientos, sino una espiral de encadenamientos. Lo realmente visible es engañoso a mis sentidos, pues hay un mundo paralelo, absolutamente desconocido. Otra perspectiva con otra mirada. Ese mundo surrealista, escasamente lo visualizo en sueños.

Tu ser

Tu ser, siendo
como fino cristal
es universo ambiguo
puro e intencional
naturalmente implícita
tu voluntad motivadora
desgarras el espacio
inconmensurablemente

miércoles, 1 de octubre de 2008

La noche fría trae sorpresas

La noche fría desafiaba suspicazmente con un viento cortante, tal era el grado de violencia, que fuertes golpes daba contra mi ventana, como olas rompiendo en las rocas. Ante esa fallida tentativa por invadir mi propio espacio, me dispuse a observar por la misma, la figura de aquella extraña mujer. Tiempo atrás, como todas las noches, ella repetía incansablemente (al menos para mi) los mismos movimientos de siempre. Yo la veía tender su ropa interior en la cuerda a la misma hora, mientras desde una pared de su departamento se dibujaban las inconfundibles sombras de colores que algún televisor proyectaba. Alguna vez y en algún momento, creí haber sido descubierto, y puedo asegurar que ese momento puntual hizo que mi corazón fuera vomitado por mi boca. Claro que, como si fuera un gato, y entre mis propias sombras había logrado escabullirme sin dejar rastros. Pero volvamos a esa noche fría. Esa última noche, casi decididamente me disponía lograr mi cometido. Fue así que me puse el piloto, agarré mi pipa sobre el escritorio, llevándola a mi boca para salir en su búsqueda. Primeramente me paré en la puerta de un edificio que daba justo frente a su casa, como un soldado en guardia, sin mutarse absolutamente por nada. De mi boca exhalaba el humo del tabaco mezclado con mi aliento. Así fue que esperé largo rato sin obtener éxito alguno, pero cuando casi estaba a punto de emprender mi regreso, aquella puerta roja se abrió y de ella asomó una cantidad de payasos, enanos, arlequines, mimos, leones, elefantes, polillas, perros, niños y ella.... Toda la calle contaminada de movimientos, ruidos, colores, risas, tristezas, gritos, y ella.... increíblemente me acerque y los dos bailamos bajo la lluvia, como parte de ese único y efímero espectáculo, que no se repetiría jamás en mi vida.