viernes, 1 de agosto de 2008

En un lugar oscuro



Siendo pequeño, tenía la sensación que la oscuridad estaba compuesta de seres extraños, seres que habían sido despojados de la luz para reinar en las noches.
El temor a levantarse por las noches, o mejor dicho, esa seguridad que nos brindaba el espacio creado debajo de las sábanas, era la única herramienta con la que uno contaba frente a tamaña dimensión que la oscuridad presentaba. Claro está, que muchas veces, esa seguridad podia traer algunos inconvenientes como por ejemplo postergar las ganas de ir al baño y lógicamente, amanecer mojado en la cama. Pero lo cierto es, que el menor ruido desconocido por nuestros oídos, era razón suficiente para ocultar nuestros rostros dentro de la cama y cerrar los ojos esperando que todo pase lo más rápido posible. Por supuesto que ese temor a lo oscuro, por lo menos en mi caso, no solo podía encerrarse entre las cuatro paredes que componían mi habitación, sino que podía trasladarse, por ejemplo, al temible pasillo en forma de "L", que conducía al resto de los ambientes. Asi fue como una noche soñé algo que me acompañará por el resto de mi vida. Yo me veia caminando a ciegas por ese inmenso pasillo (debo aclarar que de inmenso no tenía nada, pero para los ojos de un niño de tan solo ocho años, ese pasillo realmente era algo inmenso), espalda pegada a la pared, manos buscando estabilidad en el espacio. Cuando casi estoy llegando al final del primer tramo, yo me veo a mi mismo encontrándome con otro niño igual a mi, salvo un ligero detalle, y es que ese niño igual a mi, tenía en su rostro algo que lo diferenciaba de mi mismo. Justamente era su expresión, un tanto maléfica, un tanto tenebrosa.
Luego de esa pesadilla, desperté sobresaltado en mi cama y lógicamente me encontré con la habitación a oscuras. Con lo cual, no me quedó otro remedio que acudir a mi escudo protector.
Otro ejemplo que demuestra ese traslado del temor hacia la oscuridad, esta representado en los viajes que realizabamos en auto por los tramos donde la ruta solamente estaba iluminada por las estrellas y la luna.
Mirar por la ventanilla del automóvil hacia afuera, y ver esas sombras reflejas por los pinos o arbustos que el campo devolvía, eran signos suficientes para pensar que algo oculto habia entre esos movimientos.
En fin, creo que el temor a lo oscuro es algo universal y con esto no quiero decir que he descubierto la pólvora, pero simplemente con este breve relato quiero exponer que ese temor, es algo particular y personal, y cada uno lo orienta hacia la fantasia que mejor le plazca, creando infinitos mundos de seres, justamente, de otro mundo.