miércoles, 31 de octubre de 2007

Lujuria


Las medusas en la noche se mueven por el cuarto oscuro y suspendidas en el aire cargado de sexo, buscan contacto y calor. No se reconocen entre si hasta intercambiar fluidos. Danzan lentamente y emiten sonidos. Logran derretir las paredes y hacer latir al deseo. El deseo encadenado tira de la soga hasta desgarrar la piel erizada, y por la comisura de sus labios pende un hilo de baba. Los amantes muerden la carne y disfrutan su bocado, la mastican lentamente hasta las últimas consecuencias. La lluvia golpea la ventana y acompaña al movimiento entre sábanas. El cuero asomando su brillo se estrecha ajustando la piel. El rouge de sus labios desviste su lengua lujuriosa y recorre los rincones más húmedos. Uñas, medias en red, velas. Los cuerpos se agitan y flotan como las medusas. Un grito de placer libera las tensiones y el ritmo cardíaco se acelera. Huellas cubriendo el colchón y la carne en reposo.

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